En aquellos años cuando era chibolo, todos los niños del barrio Bolognesi nos juntábamos a las afueras de mi casa, no tenía vereda y la superficie de la tierra no era muy accidentada, era propicia para jugar a las bolitas y al trompo.

Mi padre, a quién con mucho amor llamo Vitoco, es el tipo de personas que siempre ha preferido compartir conmigo ese tipo de juegos, los fines de semana sobre todo, a tal extremo que nos hicimos nuestro propio “cuatro huecos” dentro de la casa.

La práctica me hizo un ducho en estos juegos de antaño, la mayoría de veces siempre ganaba a tal extremo que las madres de mis amigos llegaban tocar la puerta de mi casa para pedirme las bolas que les ganaba a sus hijos, o caso contrario a regañarme por haberles roto los trompos.

Mama Teo, mi madre, me regaló una bolsa de tela que ella misma hizo para que junte ahí mis canicas ganadas, ella lo hizo con su máquina de coser, una máquina viejita a pedal; la bolsa de tela se llenó y mamá me regaló peponas de plástico, esas de gaseosa, para que ahí llene y no anden tirada por toda la casa.

Cuanto tiempo ha pasado y Mamá Teo, mi Madre, aún conserva una de mis peponas llena de bolitas, ─ le pregunté ¿Por qué aún conservas las canicas?, porque en ese tiempo fue lo que más te hacía feliz, y el verte sonreír me feliz a mí y a tu papá.

── me puse a llorar.

Cuento esta historia, ya que con unos amigos, estamos organizando el I Torneo de Juegos de Antaño en Tacna, mi ciudad.

Tal como se muestra el video, link: http://www.youtube.com/watch?v=BFSMJZn5ZBw&feature=youtu.be

gracias Avelardo,

gracias Luis Angel